Saturday, July 21, 2007

Política: Un pecado lingüístico del candidato

El candidato hispano Bill Richardson se disculpó por haber utilizado hace más de un año en un programa radial la palabra maricón. El controversial animador Dom Imus le comentó que uno de sus ayudantes le había dicho que Richardson no era en realidad hispano. El governador de Nuevo Mexico replicó: Si tu ayudante cree eso entonces es un maricón.

The Gay & Lesbian Alliance Against Defamation señaló recientemente que la palabra maricón tiene en inglés un equivalente denigrante en faggot. El Governador se ha defendido aludiendo que lo dijo en son de bacilón. Es decir que estaba jugando. Y esgrimió, cambiando de tono, que su récord en asuntos relacionados a la homosexualidad es él más fuerte entre los candidatos a los Presidencia de Estados Unidos. Y recalcó que le desconcierta el momento de sacar este viejo asunto al aire. ¿No será una maniobra política?

El sustantivo maricón según el Diccionario de la Real Academia Española significa hombre afeminado y de poco ánimo y esfuerzo, o en una segunda acepción homosexual. Una tercera acepción indica que se trata de un insulto que no necesariamente connota homosexual. La palabra deriva de marica, diminutivo de María, que es un eufemismo de mujer. El idioma como la historia está lleno de sesgos racistas y sexistas. Pero el idioma es un ente con vida propia y en el pasar del tiempo se desliga de sus orígenes. Ya nadie diría que mujer simboliza cobardía o falta de ánimo y esfuerzo.

En efecto, según el tono y quien lo diga la palabra maricón puede ser ofensiva como no. Cualquier latinoamericano que haya jugando fútbol sabe que al fallar un gol cantado los compañeros exclamarán: ¡Hombre, qué maricón! Y nada tiene que ver con la orientación sexual y todo con la puntería.

Pero sí, se trata de política, Sr. Gobernador. Y la política es sucia. Recuerdo un comentario de Mario Vargas Llosa cuando fue candidato a la presidencia del Perú. Dijo que nunca se imaginó que la política fuera tan sucia, y que se encerraba en el baño a leer poesía para purificarse. Perdió, claro. El autoproclamado Chinito de la Buena Suerte le ganó (el japonés Fujimori.) En la actualidad a los políticos no se les exige intelecto, honorabilidad, ni siquiera capacidad administrativa, pero si una piel de cocodrilo, porque lo que se les viene encima no es agua de colonia.

Qué importancia tiene una palabra cuando asuntos primordiales están en juego. La reforma inmigratoria, por ejemplo. Y ahí si que cabe la expresión, para aquellos políticos que no la propulsan: ¡No sean maricones! Y nada tiene que ver la expresión con la orientación sexual y todo con la falta de decencia. Como le tachó un amigo gay a su amante al encontrarle con las manos en la masa: ¡Eres un maricón!


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